martes, 28 de octubre de 2008

Testimonio Seshin de Alba

Para mí esta seshin fue suave. Como si la niebla que nos acompaño en muchos momentos me abrazara con sus brazos de algodón. Sentí suave el cuerpo y más suave la mente, como aflojada.

Como diferencia de las otras seshin en las que he participado siento que he estado menos hacia fuera. Más en mi misma, casi sin darme cuenta, observadora de mi misma. Mis susceptibilidades varias han sido esta vez como nubes pasajeras, sin quedarse sobre mi cabeza para volverse tormenta como me pasa a menudo.

Disfruté mucho del zazen en el pajar. Me gustó sentir como puedo calentar mi cuerpo sólo con la respiración y aflojando la mente; no haciendo caso a sus mensajes de: frío! frío! frío! Y me doy cuenta que esta vivencia es extrapolable a todos los fenómenos que ocurren en mi cabeza. Como puedo optar por no hacer caso a los pensamientos y dejar de ser esclava de mi mente.
Disfruté de ese zazen con el frescor en el rostro, sintiendo la naturaleza en la piel.

Cada seshin me evidencia un poco más como me cuesta el silencio, como me comunico de forma automática y cuan pendiente estoy de los demás. Aunque sí noto una evolución; estoy más en mi y puedo ver cuando me voy a fuera, cuando busco en el exterior. Mi exigencia me dice que no es suficiente. Bla, bla, bla, bla. Como con el frío: exigencia; cállate! Y ahí vuelvo a mi, y no a mi cabeza…y ahí me cuesta menos el silencio.

A través de mi responsabilidad en el servicio, he podido ver como la imagen me puede. Como prevalece la imagen que quiero proyectar ante mi presencia genuina. Como quiero quedar bien con todos, hacerlo todo bien y sonreír a la vez. Que cansado es. Agotador. Observo ahí también mi vanidad. ¿Qué me hace pensar que todo el mundo va estar pendiente de cómo yo actúo? Pude sentir que no soy tan importante, que yo soy yo, pero que también soy todo y también soy nada. Soy Alba, soy Buda, soy una hormiga, soy un ratón, … Liberador.

Gassho
a todos

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