jueves, 6 de noviembre de 2008

Zazen no es fácil


Nuestra práctica incluye nuestras dificultades.


Hace más de dos años el mundo se abatía sobre mí o eso creía mi ego. Un negocio que estaba en quiebra, un trabajo poco gratificante, un jefe pagafantas, una relación de pareja desastrosa, uso abusivo de sustancias tóxicas…..sentía el mundo entero en lucha contra mí.

Yo seguía y seguía reaccionando defensivamente, era un guerrero que katana al ire cortaba las cabezas de todo lo que me molestaba.

Reproducía una y otra vez mi yo mi yo que sufría y sufre. Que corte cabezas no quiere decir que no sufra yo también.

Cayo en mis manos un libro titulado ‘El zen en la empresa’ y me engancho, lo leía en el suelo de la oficina los mediodías, por la noche, por la mañana, lo leí tres veces seguidas.

Sentí una conexión profunda con sus planteamientos y decidí buscar, seguir buscando.

Fui a un curso introductorio (con Anik). Acabado el cursillo hicimos una sesión de zazen. Me encantó por que me putee tanto, tanto, tanto, recuerdo que mi yo controlador se sacó el reloj y lo dejé en el suelo donde pudiera verlo mientras meditaba y así saber si quedaba mucho , era buenísimo como quería controlar ;-)

Acabado el curso repetí una y otra vez que volvería la semana siguiente, y me lo repetí a mi mismo cada día el año siguiente…nunca a aparecí de nuevo.

Probé con otras tres shangas y sus maestros. Mis fallos en la práctica no eran míos eran de los maestros que siempre por algún lado fallaban. Lo único cierto era que para mi sentarme cada día por 20’ en zazen era un infierno, abrí la luz y ví que la habitación estaba llena de muebles, que horror ¡!!!!!!!!!!!!!!!!

Día tras día me he seguido sentando, algún día colocado, otros muy colocado, otros sereno, pero ha seguido siendo el infierno personal donde he visto lo mejor y lo peor de mí. Donde cada día he intento dejar de ser yo y sólo ser.

Enric

(escrito unos días después de la seshin de verano en San Miguel)

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